miércoles, 24 de septiembre de 2008

JUAN EL ZOÓLOGO

Juan, siempre había sentido una especial atracción por los animales. De niño, había leído muchos libros y también estudiado sobre ellos, siempre pensó en tener algún día la posibilidad de trabajar en algún Zoológico.

Se había recibido de Zoólogo, y también de Veterinario, pero aun no había cumplido el sueño de su vida. trabajar en un Zoológico. Algo le faltaba, algo necesitaba, para ser totalmente feliz, pero también sabía que necesitaría de alguna relación a nivel político, para conseguir su búsqueda.

La posibilidad llegó, estaba muy contento, pues mañana comenzaría a trabajar como Veterinario, en el nuevo Zoo, después de su remodelación.

Su sueño, se había hecho realidad, por fin. Su vida, en adelante, sería lograr que el Zoológico, se convirtiera en algo mas que un paseo para la familia, su deseo, era mejorar la vida de todos esos animales, sujetos al capricho del hombre y encerrados en jaulas totalmente pequeñas y nada cómodas para esos animales, que necesitaban un gran espacio.

La primera medida, que tomó y que tuvo la suerte de que fuera aprobada, fue hacer espacios grandes y especiales para el León, el Tigre y los Elefantes.

En realidad, él preferiría primero agrandar la jaula de los orangutanes, pero fue rechazado de plano su pedido, por el Director. También había hecho colocar una enorme fuente con una cascada para los Osos Polares.

Juan, no estaba conforme, con las reformas, pero tuvo que aceptarlas.
Un jueves , por la mañana, se encontraba haciendo la rutina diaria, cuando escuchó ciertos rugidos que lo inquietaron.

Esta situación, lo puso muy nervioso, pues presentía, que algo malo iba ha suceder.

Cuando llegó a su casa, consultó como lo hacía a menudo ese comportamiento, tan especial y confirmó sus sospechas. Llamó urgentemente al Director Sr. Jiménez y le explicó sus temores, pero el Director, le respondió, que no se preocupara, que todo estaba controlado, aunque para darle mayor tranquilidad, le prometió reforzar la guardia y además colocarían en cada jaula un candado mas. Así sucedió ese día , el dispositivo de control fue mayor y se aseguraron las jaulas.

Pero Juan, no estaba aun tranquilo, su presentimiento, le indicaba que algo muy malo ocurriría.

Esa noche no pudo dormir. Pensaba permanentemente, en los orangutanes y recordó las palabras de Jiménez, cuando propuso un espacio mas grande para ellos..”Dr. Suárez, comprenda que esos animales, no gustan demasiado. Generalmente todos van a ver al elefante, los osos, la jirafa, tenemos que pensar en lo que da ganancia, no pérdidas. Juan recordó esa noche, que ese día estuvo a punto de renunciar a su cargo, pero no lo hizo, porque sabía, que ese trabajo, era el sueño de su vida, se debía a esos animales, que tanto amaba.

Cuando se despertó y prendió la radio, escuchó que los animales, se habían escapado de las jaulas y se encontraban algunos, por el bosque de Palermo y otros habían huído.

El Pánico se apoderó de la población, las medidas que habían implementado, por suerte fueron lo suficientemente rápidas y expeditivas.

Bomberos, Policías y helicópteros, sobrevolaban Buenos Aires, con gigantescas redes, tratando de atrapar a las fieras. Por suerte, no hubo que lamentar muchas víctimas, y fueron los animales atrapados uno a uno.

Todo esto, sirvió de experiencia, para todos estos hombres, funcionarios o no, que por encima de la dignidad humana, satisfacían sus propios intereses, olvidando, que el poder, el único poder, es el de Dios.

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